
Ilustración Gustavo Aimar
El margen de diferencia que hay entre la tierra y mi ventana son siete pisos. A esta altura puedo mirar el rostro de las montañas sin distancias. El cielo parece cubrir mi cabeza como un sombrero y en ocasiones tengo que agacharme para evitar que alguna golondrina tome por pista de aterrizaje mi tupida mollera.
Me basta la luz del sol...