lunes, 26 de agosto de 2019

Leyendas del Amazonas.


Takiruna (El pico del colibrí)

Por: Arnaldo Quispe
Cuando  el gran Wiracocha creó el mundo le encargó a su hija Pachamama que diera a cada reino de animales sus respectivos dones y atributos. Las aves de este modo recibieron el arte de volar y cantar.
El último de los pájaros que estaba esperando pacientemente su turno, era tan pequeñito que casi pasó desapercibido ante la diosa Pachamama. Sin embargo a pesar de su cansancio, ella se acercó y le dijo “no me he olvidado de ti Colibrí, as te vas a llamar, serás eso si muy pequeñito en el reino de las aves, pero serás el más veloz de todos y para alimentarte cazarás insectos gracias a la gran agilidad que vas a desarrollar”. Es más le prometió que por ser el más modesto y haber esperado hasta el último le otorgaría una virtud que Colibrì podría elegir más adelante.
Muy pronto Colibrì descubrió que su vuelo era supersonico y que dicho y hecho no había insecto que pudiera escapar ante su tenaz caza, pero luego se daría cuenta que para comer debía no solo capturar insectos sino que ello implicaba quitar la vida a otros seres indefensos. Pasaron los tiempos y en cada ciclo Colibrì no se mostraba muy animado al capturar los pacíficos insectos, al final eso le produjo culpa y hasta desaliento.
El juego era lo único que lo alegraba y cuando jugaba con sus amigos solía preguntarse por ese perfume dulce que merodeaba en el gran bosque verde. No pasó mucho tiempo y Colibrì descubrió que el olor provenía de las flores de todos los colores, era algo que capturaba todos sus sentidos y con la curiosidad entre las alas decidió probar alimentarse del nétar de las flores.
Para su mala suerte su pico era pequeño y le era imposible alcanzar el dulce néctar de las flores. Intentó una y otra vez estirando su pico y lengua, pero cada intento era siempre inútil. Un día probó a meter su cabeza, pero ello lo hacía vulnerable ante otros cazadores y del mismo modo casi siempre destruía las flores. Al final pensó “seguro que este delicioso alimento está reservado solo para los insectos y será por ello que debo alimentarme de ellos”.
Intentò tantas veces pudo, casi indesmayable en su cometido pero siempre sin lograr extraer su ansiada recompensa. La flor al ver a Colibrì agotado por su frenesí, le dijo su secreto “si quieres mi néctar, debes tener un pico más largo, de este modo comerás en abundancia de todas las flores”. Ello pareció no perturbar a Colibrí que continuó con sus intentos.
Cada tarde Colibri regresaba a su morada muy apenado por tener un pico corto y por no lograr extraer el dulce manjar de las flores. Fue por ello que una de las flores de la montaña sagrada intercedió con Pachamama haciéndole presente el don que quedaba pendiente para Colibrí. Este pajarito por su nobleza hasta había olvidado la promesa de Pachamama. Y es por este motivo que una noche mientras Colibrí dormía, que la diosa Pachamama convirtió su pico corto en un pico tan largo y perfecto para tolerar sus vuelos y alcanzar finalmente el sagrado néctar de la madre tierra.
Colibri de este modo alcanzó el néctar de las flores, en adelante su dieta no incluiría insectos. Y es otra historia que el bosque conserva desde el inicio de los tiempos.

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