viernes, 24 de septiembre de 2010

LA MIRADA DE MARTÍN





Ilustración Gustavo Aimar

El margen de diferencia que hay entre la tierra y mi ventana son siete pisos. A esta altura puedo mirar el rostro de las montañas sin distancias. El cielo parece cubrir mi cabeza como un sombrero y en ocasiones tengo que agacharme para evitar que alguna golondrina tome por pista de aterrizaje mi tupida mollera.
Me basta la luz del sol para despertar, ya mi madre me ha dejado en la mesa de noche el bolso preparado con mi desayuno, sus labios untados de carmín me recuerdan el eterno ritual que acompañan las horas antes de ir al colegio. La corneta del transporte comienza a repiquetear desde más allá del portón de la entrada de las residencias. Los minutos y horas que transcurren en la clase parecen sueños que se repiten día tras día. Salvo ciertas novedades que interrumpen la monotonía. Hoy por ejemplo la maestra encontró a Claudia y a Fermín dándose un beso detrás de la cancha. Citación de representantes y una charla en clase sobre las consecuencias de los enamoramientos entre adolescentes en futura formación.
La hora de salida constituye una carrera a galope en donde sobrevive el que llegue más rápido al transporte. En la entrada del edificio saludo a Elvis, mi amigo el conserje, que a esa hora barre las escaleras de la primera planta. Tomo el ascensor hasta el piso 7. Abro la reja y después la puerta de madera. Cierro. Dejo el bolso encima del mueble, corro al baño a orinar. Me quito la ropa y la amontono sobre la cama, prendo la tele y sintonizo Discovery, voy a la cocina, tomo la vianda que esta encima de la mesa, coloco la comida a calentar en el micro, abro la nevera, destapo una malta, el timbre del microondas me anuncia que ya está lista la comida. Con la vianda en una mano y la malta en otra voy caminando despacio hacia mi cuarto. Me subo a la cama, veo la tele y comienzo a comer.
Justo a las tres de la tarde, el extraño ruido que hacen las palomas en la ventana del baño me despiertan. Recojo con pausados movimientos la vianda y la botella de malta debajo de la cama, voy a la cocina, lavo la vianda, recojo el bolso del mueble, lo arrastro al cuarto de la computadora. Prendo la compu, abro el explorer y empiezo a buscar el tema del proyecto: Consecuencias de la Guerra de Independencia en la Actualidad Venezolana. Corto y pego nombres en un documento World: Boves, Simón Bolívar, Zamora, Ribas, Sucre…pero nada de la actualidad en Venezuela. Imprimo las hojas y las escondo en el cuaderno. La otra tarea es leer sobre los métodos anticonceptivos. Busco sobre ellos en otra página. De nuevo, recorto, pego e imprimo, apago la computadora, hoy no quiero jugar.
Voy al cuarto recojo el uniforme de la cama, lo guardo en el closet. Busco una galleta en la alacena de la cocina y veo el programa sobre catástrofes naturales. A las cuatro termina el programa, tomo la silla y me asomo a la ventana. En el estacionamiento del edificio viven cientos de gatos, grandes, pequeños y de todos colores. Corren sin parar persiguiéndose unos a otros. Cuando los carros se estacionan salen de los puestos y se van para el terreno baldío que hay al lado. En ese terreno viven dos rabipelados que salen en la tarde a cazar los pichones de azulejos que anidan entre los Cujíes. Las aves además son acechadas por un gran gavilán marrón que se lanza en picada desde los árboles del cementerio viejo hasta el terraplén. A esa hora las mamás dejan salir a los niños del edificio para que jueguen en la cancha. Hay una pandilla de cuatro chamitos que parecen ser de la torre 1, se trepan por el muro del estacionamiento y armados con sus chinas comienzan a matar las iguanas que a esa hora buscan asilo en las matas bajas del único Samán que queda en la abandonada parcela.
A las 5 escucho a mamá abriendo las puertas del apartamento, me saluda desde la sala, como siempre coloca la bolsa de pan y leche en la mesa de la cocina, va a su cuarto, se desviste, se baña. Cuando sale me da un beso en la frente y me echa la bendición, me pregunta cómo me fue. Yo le digo lo que hice en la escuela, cuando no pasa nada le invento un poco porque en la escuela casi siempre pasa lo mismo.
A las 6 mamá me da la cena, un pedazo de pan con queso amarillo y jamón, café con leche y gelatina. A las 6 y 15 llaman a mi mamá por teléfono. Ella habla calladita por el auricular como todos los días una hora aproximadamente. A las 7 y 20 va a la cocina, friega, llena las jarras de agua, hace el almuerzo del día siguiente, lo coloca en dos viandas. A las 8 prende la tele de su cuarto para ver Doctor House, a las 9 va a mi cuarto e interrumpe mi rutina de ejercicios en la bicicleta. Me pide los cuadernos para corregir las tareas, lee las hojas que imprimí en la compu y me pregunta sobre el nombre de algunos héroes de la independencia y sobre la importancia de los métodos anticonceptivos. Luego me dice que antes de dormir vuelva a leer. Busco la pijama y me la pongo. Leo. A las 9 y media mi mamá vuelve al cuarto, me da la bendición y me arropa con la cobija. Apaga el televisor.
A las 10 con mucho cuidado arrimo la silla hacia la ventana, veo las estrellas y la luna como el cascarón vacío de algún barco pirata. En el terreno se escucha el maullar de gatos en celo. No sé porque me acuerdo de Claudia y Fermín. Me aturde el canto de los grillos y las voces de los muchachos que hablan en la planta baja. El estacionamiento está lleno de carros. A las 10 y 15 vuelvo a colocar silenciosamente la silla en su santo lugar. Me acuesto y me arropo. A esa hora también escucho el leve sonido que emite el llanto de mi madre desde su cuarto, y como fina garúa va humedeciendo los objetos, paredes, puertas y ventanas de nuestro hogar.
(Por: Zunemig Alexandra Pérez 2008)

4 comentarios:

elMölöK! dijo...

Te leí en un comentario sobre racismo y encontré tan sensata tu opinión, mas siento que es la minoría que piensa como tu.

Alejandra Vahos dijo...

¡Gracias por visitarme! pero realmente me resito a creer que seamos minoria...Ciertamente no lo creo! Saludos desde esta pequeña gran super potencia!!!!!!!!!

Alejandra Vahos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
anuar bolaños dijo...

SUEÑO


En tiempos remotos
visité al artesano de los maderos,
el que habla con las torcazas
y tiene un altar para los Dioses.
Llevé los planos
que elaboró el gitano de los augurios.
Cada trozo tenía el dulce rigor de la añoranza.
Escogimos leños y herramientas
y nos dimos a la tarea.

El veterano de los pinceles vino en nuestra ayuda,
basándose en exigencias elaboró bocetos
y con sus pigmentos tiñó el dibujo de tu rostro.

La última en sumarse al equipo
fue La Gran Bruja Blanca
realizadora de sueños imposibles
y con su vara mágica, sus pociones,
sus invocaciones divinas,
y el agua bendita
formada con el llanto de los ángeles,
intentó darle vida a tu retrato
pero no pudo.

Nada pudimos.
Sólo mis sueños te traen a la vida.